FILOSOFIA EN MEDICINA: 2ª parte

José Miguel Parra Castañeda
1°: El desarrollo de la medicina

La medicina científica no es necesariamente una continuación de la medicina tradicional, ni tampoco que surgió como crítica a mitos o creencias religiosas. Solamente cuando se inició la observación y la experimentación comenzó a surgir la verdadera medicina. desde Vesalio, cuando gracias a observar el cuerpo humano con sus disecciones, pudo describir con precisión la anatomía moderna, con ayuda de unos dibujos maravillosos (primera unión de la medicina con el arte).

Se fueron adicionando Luego los conceptos fisiológicos de William Harvey; Descartes y Borelli explicaron el sistema musculo esquelético en términos de mecánica (palancas, poleas, fuelles la descripción de Van Helmont que la digestión es un proceso químico, la microscopia de Leeuwenhoek descubriendo microorganismos; microscopia que más tarde le permitió a Robert Hooke descubrir la célula y a Malpighi los capilares.

En suma, el siglo XVII descartó religión y magia como productores de enfermedad y tratamiento y la adaptó al mundo materialista. De esta manera prepararon a los médicos de los siglos XVIII y XIX para dar los primeros conceptos de ciencia como tal, en base a la cosmovisión de la ilustración francesa: Esa concepción secular racionalista materialista, cientifista y humanista de los autores de “la Enciclopedia” para que Bichat, Laennec, Claude Bernard entre otros aplicaran estos conceptos en sus trabajos y en la aparición de los primeros instrumentos de precisión: termómetro, Fonendoscopio, tensiómetro.

Pero no se quedaron en el concepto reduccionista de que los procesos biológicos solamente son una serie de procesos físico-químicos, Bernard expuso su idea que el organismo se adapta activamente a su entorno manteniendo constante su medio interior y al hacer experimentos sobre animales estaba confirmando que todos los seres vivos estamos emparentados, incluidos seres como la mosca de la fruta con quien compartimos los genes Hox, que controlan el desarrollo embrionario.

En un poco más de 300 años la medicina científica se pudo desarrollar al integrar todos los componentes mencionados y los organizó en 3 sistemas: biológico, ambiental y social, pero también integra el individualismo (No hay todo sin partes) y el holismo (Las totalidades poseen propiedades globales o emergentes de las que carecen las partes).

Se adoptan varios principios:  

  1. El ser humano es un sistema de subsistemas, desde moléculas como agua y genes a otros que, como el cardiovascular, el nervioso y el inmune difuso, llegan a todas las partes del cuerpo
  2. Todos los subsistemas del cuerpo humano están conectados entre sí, ya sea directamente (por tejidos), ya indirectamente (a través de sangre y hormonas), e interactúan entre sí
  3. Toda enfermedad es una disfunción de uno o más órganos, y toda enfermedad crónica es concomitante con otros trastornos (comorbilidades)   
  4. La salud mental es la del cerebro y por consiguiente es parte de la salud total
  5. La salud individual y la condición social se entrelazan, y la pobreza tiende a aumentar la morbilidad; por tanto, la búsqueda del bienestar individual incluye el control del entorno, en particular factores como la contaminación ambiental, el hacinamiento, y la salubridad
  6. Dada la complejidad del ser humano y su entorno social, el médico debe evitar el pensamiento sectorial, que separa y aísla componentes que de hecho están vinculado.

2° Enfermedad

La enfermedad ha cambiado desde el neolítico hasta nuestros días. El fuego y la agricultura permitieron ingerir productos hasta entonces indigeribles, como los granos: arroz, trigo entre los más principales y empobrecieron la dieta, pues dejaron de consumir plantas silvestres y al ablandar la carne logró una digestión más fácil y rápida, factores que influyeron en el deterioro de la salud. Más tarde vino la creación de poblados y el Homo Sapiens de una vida nómada pasó a una sedentaria. De esta forma el hacinamiento, la poca movilidad y el acumulo de desperdicios favorecieron las enfermedades infecciosas sobre las crónicas y la violencia.

Pero, ¿cómo tomó el ser humano el concepto de enfermedad? Vino el concepto religioso de la expiación de los pecados, al considerarla como un castigo por mal comportamiento ya fuera de una población o de un individuo. Entonces se acudía a un sacerdote o un brujo, se hacían romerías y esto tenía cierta validez en la época medieval, cuando acudir a un brujo o chamán era menos riesgoso que acudir a un médico que solo sabía hacer sangrías o darles “Teriaca” que era una mezcla de toda clase de componentes incluidos mercurio y arsénico. Pero aún en la actualidad se puede apreciar ese comportamiento, por ejemplo, nuestros llaneros, ya que cuando se enferma una res llaman al veterinario, pero cuando se enferma la mujer llaman al curandero y es “lógico” porque las “bestias” no tienen alma.

El concepto de enfermedad como algo objetivo, algo que sucede realmente como producto de algunos cambios ya sean internos o como causa de elementos externos, entra en conflicto con el concepto subjetivo que la enfermedad es algo que es producto de nuestra imaginación. Ha tenido varios filósofos que lo respaldan, por ejemplo, Kant, Auguste Comte y John Mill afirmaban que todo es apariencia y que solo podemos conocer las apariencias, algo así como que el mundo existe porque alguien pensó en él. Fue John Berkeley, en el siglo XVIII quien postuló que ser o existir consiste en percibir o ser percibido.

La medicina científica, se ha dedicado a identificar esos factores que producen cambios y enfermedades. La tesis de que no hay enfermedades sino enfermos y que todo está en la mente, ha tenido nuevamente relevancia. Las enfermedades existen y están bien tipificadas. El papel del médico es ver de qué manera se comporta en cada individuo para poder manejarla de acuerdo a su idiosincrasia y hacerle entender esto a los pacientes es un buen camino para la aceptación de su tratamiento.

3° Medicamentos

Cuando apareció el tratado clásico de William Osler en 1892, todo clínico se sintió bien preparado para hacer un diagnostico correcto de la mayoría de enfermedades de su tiempo, pero en igual forma era decepcionante, incluso para el mismo Osler, porque se sentían impotentes para curarlas; para esa época apenas disponían de 2 vacunas (viruela y rabia) y una docena de medicamentos en su mayoría ineficaces.

Esto cambió cuando a finales del siglo XIX y principios del XX se inició el desarrollo de la farmacología y la industria farmacéutica con la fabricación a escala industrial de la droga del siglo: La Aspirina, Le siguió la invención del Salvarsán (1910), la primera droga realmente eficaz contra la sífilis, el 3° fue la insulina (1922) y10 años después el Prontosil, la primera sulfa en la lista de antibióticos.

Así fue pasando de unos 20 medicamentos a millares. En el momento actual se fabrican unos 50 fármacos nuevos por año. El 90% de las ventas se debe solo a 10 drogas y el 40% solamente a 3 clases: Antiácidos, anticolesterol y antidepresivos. El 10% del presupuesto sanitario en países desarrollados se gasta en drogas.

En el mundo se gastan, al menos unos 100.000 millones de dólares por año en investigación y desarrollo de drogas en casi todas las universidades e institutos de investigación, a expensas de los contribuyentes.

Lo paradójico es que esta riquísima farmacopea es accesible solamente a 2 de cada 7 habitantes del planeta y menos del 10% de estas investigaciones se dedican a enfermedades propias de países subdesarrollados es decir TBC, Dengue, Chagas, Leishmaniasis. El motivo es obvio: de los 1000 millones de individuos susceptibles a esas enfermedades no tiene dinero para comprar esos medicamentos. Y mientras en las regiones prosperas hay un medico por cada 200 habitantes o menos. En las pobres solo hay uno por cada 50.000.

La farmacología ha cambiado, los farmacólogos clásicos se dedicaban a productos naturales, extrayendo o aislando productos vegetales o animales, que utilizaban contra los depredadores, por ejemplo, un grupo de medicamentos para manejar la hipertensión y la falla cardiaca se descubrió en el veneno de una serpiente brasileña. En la actualidad se tienen en cuenta también características especiales como por ejemplo la lipofilia o sea la afinidad a las grasas que son de lo que está compuesta una parte de la membrana celular o se hacen paradrogas, es decir si un medicamento es eficaz, pero tiene efectos colaterales, se busca cambiar algún componente que no produzca estos efectos.

Con el advenimiento de la biología molecular, la farmacología cambió también a molecular. Los laboratorios se dedican a la búsqueda y fabricación de nuevas moléculas con aparatos de alta precisión y se puede hacer a nivel industrial gracias a robots que trabajan día y noche en esa búsqueda.

Estos proyectos no se hubieran podido llevar a cabo sin la ayuda de biólogos celulares quienes detectan y describen receptores de las células y puesto que solo hay un par de miles de receptores los fármacos básicos son unos cuantos millares. Así que parafraseando a Arquímedes las industrias farmacéuticas dicen “Denme un receptor para buscar la molécula que lo active” Ya sea para inhibirlo o estimularlo.

Hay que tener en cuenta otras condiciones:

– La forma, ya que la unión de receptor-molécula funciona como una cerradura;
– La dosis, es importante, ya sea que dosis excesivas saturan los receptores y deja de traducir en un aumento del efecto o como en el caso del Tylenol que una dosis excesiva produce un tóxico          
– Las interacciones: de particular importancia en enfermedades como diabetes, hipertensión, falla cardiaca, pacientes que frecuentemente son polimedicados.

Vender drogas se volvió un buen negocio, tan lucrativo como vender armas o narcóticos. Eso le ha granjeado enemigos por la indignación ante los precios exagerados y por la renuencia a fabricar drogas genéricas de las más exitosas.

Los partidarios de la contracultura, el posmodernismo, las iglesias, satanizan a la ciencia y particularmente a la industria farmacéutica, sindican a la medicina científica de ser cómplice. Hasta cierto punto tienen razón, pues algunos laboratorios farmacéuticos dan estímulos generosos a algunos médicos para que formulen sus productos.

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