POEMA 180. ENEMIGO (2019)

Hernán Urbina Joiro

El enemigo es natural, como la sombra a la luz e incluso puede llegar a ser necesario del mismo modo que el viento en contra es condición para volar más alto.

Lo desacertado sería rendir tributo a un enemigo particular, bien porque abundan sinvergüenzas que solo buscan un balcón, bien porque es reduccionista atribuir a una persona o grupo la profunda fuerza colectiva del enemigo como personaje arquetípico.

Las historias, incluyendo nuestras vidas, no avanzan apropiadamente sin buenos personajes antagónicos y el enemigo puede tratarse de alguien que sinceramente no nos comprende o, a lo sumo, un envidioso o un frustrado que hay que compadecer y a veces agradecerle.

Es cierto que también puede tratarse de un asesino, no solo en la acepción de María Moliner, el capaz de causar daño moral, sino también la muerte, por lo que no siempre debe ser celebrado como a veces se observa con esclarecidos criminales.

En cualquier caso, los enemigos sólo deberían movilizar lo mejor de nosotros, lo que no equivale a ignorarlos todo el tiempo, como quien subestima las prevenciones frente al Covid-19, tornándose en su propio verdugo y de otros que puede infectar.

Casi al finalizar el cotejo de mis poemas de 1974 a 2019 encontré trazos que fui acumulando en el tiempo frente al enemigo arquetípico, encarnado en gente diversa, y decidí organizarlos poco antes de enviar el manuscrito a la editorial.

Como los anteriores, comparto este Poema 180 al presentir que puede ayudar a otros en el sendero, dejando atrás enemigos comunes, incluida la indolencia y el cinismo, para poder recitar con el paso de los años:

Envejeció esperando mi caída,
la vida siempre al alcance me lo pone,
me basta verlo con su maldad vencida.

Poema 180. Enemigo (2019)

Intentó borrar mi mente cuando niño,
mandó a asesinarme en un maizal,
buscó que mi música no tuviera sonidos,
buscó que el aplauso no llegara a mi cantar.

Intentó quitarme una mano,
lanzó contra mí todo tipo de mentiras
en vano.

Soy circuncidado, pero no soy judío,
aun así me escupe y quiere verme arder dentro de un horno.
Nunca hice proselitismo bajo ningún entorno
pero lo asume si escribo sobre lo humano o hago
versos por los que sufren en gentío
y desea que me traten como si fuese un ideólogo.
Sigo investigando las ciencias, las artes, la cultura.
Dice que deben ser inventos tantos premios,
en medicina, poesía, música, literatura,
periodismo, nada le cae bien de mis logros académicos.

¿Por qué le amenaza lo mío o mi presencia?
¿A quién o qué le recuerdo?
¿Por qué confunde mi apariencia?

¿Podrá, antes de que el mundo deje, al fin,
comprender
en realidad quién fui?

Usó contra mí lo encantado y lo que encoge,
mandó a arrebatarme en caminos y fincas,
intentó quitar la claridad de mi vista,
intentó detener la marcha en mis relojes,
envejeció en vano esperando mi caída,
la vida a mi alcance siempre me lo pone,
me basta verlo con su maldad vencida.

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