DE CAPERUCITAS VERDES Y DE BAILES ROTOS

¿Qué hacer con la angustia y la impotencia que trata insistentemente de adueñarse de mis pensamientos, el insomne ejercicio de devanarme los sesos, el horror atroz que me conmueve? Como un condenado sufro el deseo de que se diluyan las tinieblas y brille el sol sobre el patíbulo.

Fastidiardo

DE CAPERUCITAS VERDES Y DE BAILES ROTOS

  1. CAPERUCITAS VERDES

¿Cuántas veces se habrá repetido esta escena? Una joven se levanta de su cama, se arregla, se toma lo primero que encuentra por ahí y sale a encontrarse con sus compañeros, al salir se despide con un aleteo de su mano o una frase corta. Afuera la ciudad arde, miles de jóvenes como ella se citan, se reúnen en forma espontánea para hacerse presentes, ser protagonistas también, en un escenario de indignación colectiva que responde al abandono e indiferencia con que el Estado ha abordado sus problemas, a la manera como poco a poco se les han venido limitando sus posibilidades, recortando las alas coriáceas de sus sueños, limitando su ilusión a unos patéticos saltos de gorrión.

Su madre, atareada, inmersa en su rol de ama de casa o enfundada en una ropa de trabajo lejos de su casa; su padre, talvez un vendedor ambulante o un trabajador sin garantías en algún sórdido escenario o talvez un padre ausente, un policía con el cual la niña no convive y a quien ve poco, no la ven partir.

Algunos después dirán que la vieron caminar, posiblemente en compañía de un par de amigas o un animado grupo de muchachos, hacia “el centro”, ese equívoco lugar donde se concentran todo el comercio, las instituciones, las miserias y, por supuesto, las protestas.

A medida que se acercan a su destino algo en el ambiente comienza a cambiar, la gente se resguarda, los negocios se cierran, las personas se expresan con frases cortas, un tanto imperativas, hay ansiedad, incertidumbre, se escuchan consignas, gritos, se perciben galopes, explosiones y en el aire empieza a notarse la presencia de un miasma irritante que lastima tus ojos y tu nariz.

Esa niña anónima que puede llamarse de cualquier manera, puede ser Rosa, Camila, Johanna, Alison, camina con infantil alegría y desenfado, con paso firme y lento a encontrarse con sus pares, con los no tan pares y con su destino, el destino de hasta hoy otras 23 (¿o más?) mujeres.

Los actores están en el escenario: Donde inicialmente hubo una protesta espontáneamente organizada por los circunstantes ahora hay caos. Algunos sujetos enmascarados intervinieron generando agresión y desorden y, en seguida, los policías, como si esperaran una ominosa señal intervinieron con todo su arsenal: Bombas aturdidoras, granadas de gases lacrimógenos lanzados a ras de ojo, buscando provocar el mayor daño posible a los manifestantes y, seguidamente, el avance de toda una horda guarecida detrás de tanquetas, armaduras negras, disparos certeros de armas cuya letalidad depende de la distancia, el ángulo y el lugar de su impacto.

Los manifestantes responden con lo que tienen a su alcance: guijarros, consignas, todo un escenario del paleolítico enfrentándose a una maquinaria aceitada, entrenada y bien dotada como para una guerra con un ejército regular, pero no es un ejército regular , es un grupo de muchachos, de jóvenes que protestan y ejercen un derecho fundamental, el derecho a patalear, el derecho a oponerse y a expresar su protesta sentida y justa ante la indiferencia, la manipulación, el engaño, la continua limitación de sus posibilidades y sueños, el permanente entorpecimiento de su futuro.

En un momento dado nuestra heroína decide que ya fue suficiente por ese día y, nuevamente, con un gesto volátil, una frase corta o un aleteo de su mano se despide e intenta dirigir sus pasos hacia su casa. Pero la suerte está echada, la violencia desatada y los bárbaros de las corazas negras han visto su frágil humanidad y la han puesto en su mira. Ella tarda un poco en darse cuenta de su situación, alarmada por el galope de otros manifestantes voltea a mirar hacia el escenario que abandona, pero ese momento se torna eterno, infinito, inacabado, cuando sobre ella caen como cuervos cuatro o más sujetos enormes que rápida y eficazmente la reducen a golpes e improperios, acallan sus gritos, la inmovilizan, la toman de cada una de sus extremidades, la manosean y la arrastran seminconsciente hacia un lugar desconocido.

Después sabremos por sus comentarios, por los comentarios de otros, por la secreta y sentida nota en su cuaderno, el alcance del ultraje, sabremos que la maltrataron, la humillaron, la agredieron, la violaron…

Muchas de ellas callarán, algunas vencerán su angustia, su dolor, su asco, su agonía y darán testimonio de su desgracia, otras no resistirán la pena, no podrán superar el destrozo causado y completarán la obra funesta de sus verdugos.

Su fragilidad ya no será más su escudo, sus sueños dulces no volarán por su estancia, sus cuadernos no custodiarán más secretos, sus dibujos tiernos serán huella de su corto paso, ya no caminará entre nosotros, las aves de rapiña torturaron su cuerpo y cegaron sus ojos. Alison…

Al día siguiente mientras sus padres lloran su cuerpo mancillado, su vida rota, su fragilidad de flor deshojada, saldrán los altos funcionarios a decir que todo es mentira, que nada es cierto, que los esbirros de oscuras armaduras, talvez muchos de ellos también padres, actuaron en derecho y que el lobo negro entregó a caperucita enterita, sólo un poquito ultrajada, manoseada y violada.

Y uno se pregunta ¿Qué tanto le aullaría al oído? ¿Cuánto dolor le causaría con sus agudas garras? ¿Cuánto asco pudo producirle su inmundo aliento y su vil presencia en sus entrañas? Nunca lo sabremos.

Son muchos los escenarios, como el anterior son hasta el momento 23 o más casos que se conocen, no sabemos cuántos serán realmente, no sabemos cuántos de los desaparecidos han tenido que vivir o morir lo mismo, no sabemos cuántos jóvenes han sido violados: Si no les duele masacrar a un ser vulnerable, inerme, desarmado, reducirlo a papilla, aplastarlo con el peso de sus cuerpos, arrastrarlo, golpearlo, si no son capaces de reconocer en el otro su humanidad, ¿qué les impide violarlos?

En otras circunstancias muy diversas han sido asesinados casi 80 muchachos, de una cosa podemos estar seguros: no ha caído ningún “vándalo”, porque el vandalismo es el ingrediente que cataliza la violencia oficial, que la provoca y la trata de justificar y, como buen catalizador, no se consume, sale indemne de su asalto, de su aventura sistemática y precisa, de su acción de comando de rápido y eficaz desarrollo.

¿Hasta cuándo la agresión indiscriminada? ¿Hasta cuándo la provocación y vandalización de la protesta? ¿Quiénes están al frente de los organizados «comandos» de vándalos que arman el caos y rompen y desvirtúan las marchas? ¿Cuántos «vándalos» han sido detenidos y judicializados?

A las velatones de la población la policía reacciona con matazones, a los cacerolazos el ESMAD reacciona con balazos, la protesta pacífica es saboteada por vándalos infiltrados, pero hay documentos gráficos que parecen demostrar con cada vez mayor seguridad que la infiltración es de efectivos policiales…

  • DE BAILES ROTOS

Lo conocían por su empática manera de pensar, por su talento, por su alegría, por su danza y por su canto proverbiales, por su sonrisa que llenaba e iluminaba el escenario. Ese día, como tantos otros, salió con su entusiasmo, con su protesta a flor de labios, a unirse a una concentración de ciudadanos que, como él jóvenes, reclamaban la atención de un gobierno indolente, arrogante, indiferente a las necesidades de la juventud, proclive a acentuar las diferencias, las inequidades.

Lucas se llamaba, su presencia vibrante era habitual en las manifestaciones, su canto y su danza eran estimulantes, nos hablaba desde la esperanza, desde esa concreción de sueños y leyendas, de mitos y aspiraciones que llamamos cultura, nadie lo vio nunca arrojando un guijarro, denostando, ultrajando o agrediendo a ninguna persona, era un ser de palabras y de cánticos, de versos y de coreografías, pero eso no detuvo los ocho disparos que acabaron con su vida.

Unos hacen de la protesta una coreografía de la paz, de la alegría, del canto, de la solidaridad, de la empatía, un espacio inclusivo, cálido, de encuentro. Otros la satanizan y la convierten en patíbulo, cadalso, lodazal de sangre…

Lucas, amigo, te vas con tu alegría contagiosa, tu canto comprometido, tu danza inspiradora, nos instas a seguir sin perder la esperanza, aunque nos arrebaten la vida, eres un pueblo que marcha por justicia, por paz, por un futuro, mientras con su sangre fecunda el suelo patrio.

Las imágenes inundan el mundo, qué problema para los tiranos se han vuelto las redes sociales, la información se filtra más allá de los límites que ellos intentan señalarle, como una avalancha vuelan fotos y videos, declaraciones y escritos, testimonios desgarradores, Colombia se pone en los titulares, todo el mundo nos mira. Atendiendo sus habituales métodos intentan desviar la atención, se inventan partidos de futbol, pero, muy a su pesar la misma transmisión revela el caos y el drama que estamos viviendo, el tiro por la culata, el telón se rompe y se revela en su fragor y dolor la catástrofe que han causado: Brutalidad policial, disparos a quemarropa de toda clase, muertos en las calles, heridos por montones, cifras de desaparecidos por quienes nadie responde, declaraciones cínicas de funcionarios  cuestionados, salidas en falso ante la presión popular, renuncias de gabinete, retiro de propuestas lesivas, reuniones con aparecidos para terminar en un no acuerdo con los únicos que de alguna manera podrían hacer algo: Las organizaciones que siempre han estado ahí, las que se han tomado el trabajo de proponer y presentar alternativas de solución,  escuchar recoger y, de alguna manera, canalizar y sistematizar la angustia de la gente.

Decían con cierta sorna desde un comienzo que Duque no iba a ser capaz con la responsabilidad de unir a Colombia. ¿Cómo podía unirla cuando su campaña fue una suma de infundios, embustes y calumnias? ¿Cómo unir a un país cuando te asocias con delincuentes para alcanzar el poder?

El presidente se comporta como un advenedizo, ¿Para eso quería la presidencia?: Tiene al país en llamas, quiere apagar el fuego con gasolina, refuerza la orden de agredir y contener con violencia la indignación pública que le dio en un trino infame el ventrílocuo tenebroso y, en su indolencia, pretende traer la Copa América, sabe muy bien que, si la religión es el opio, el futbol es la valeriana del pueblo…

Sus acólitos hablan de “accidentes” como antes hablaban de “manzanas podridas” para excusar cínicamente la feroz sistematicidad de la represión desencadenada, los noticieros arrodillados inician sus programas con imágenes no siempre actualizadas de hechos de violencia y desorden, de acusaciones de hechos vandálicos, no dan cabida a las razones de los manifestantes, sólo el vituperio, solo la difamación, sólo desvirtuar la protesta, completando el metódico ejercicio de los vándalos. Pero ya nadie les cree, quién puede creer que más de 16 violaciones son incidentes aislados, que ocho tiros en la humanidad de un muchacho fueron fruto de un accidente, que 50 muertos son coincidencias.

¿Los cerca de 80 asesinatos perpetrados luego del trino de Álvaro Uribe, se le deben sumar a los 6402 falsos positivos anteriores, los 255 de las 60 masacres de 2020, los 119 de las 33 masacres de 2021, los 904 líderes sociales asesinados desde 2016 y los 376 excombatientes de las FARC ejecutados?

Los «accidentes» que ocasionan los asesinos a sueldo del gobierno del Centro Democrático se presentan hasta con 8 tiros en la humanidad de un opositor desarmado. No se sorprendan: Esa es la concreción de la sentencia «Plomo es lo que quieren, plomo es lo que hay».

Y en medio del dolor, del horror de esta Colombia desgarrada no faltan quienes al contrario de quienes deploramos cualquier perdida, cualquier ultraje, cualquier abuso, salen como heraldos de la muerte a hablar de buenos muertos, de gamines que merecían su fatal destino, más terrible aun cuando esas palabras provienen de un trabajador de la salud, del gerente de una IPS en zona rural de Antioquia. Sus declaraciones canallas nos infaman a todos. Es intolerable que un profesional de la salud aluda al asesinato de otro ser humano como un propósito deseable, como una causa justificada. Los trabajadores de la salud defendemos la vida, la priorizamos sobre las discrepancias, afinidades e intereses.

Por otro lado, frente al volumen de los abusos, frente a la magnitud de la ofensa y del ultraje, frente a los torrentes de sangre que nos salpican a todos, surge una epidemia de “buena fe”: La Procuradora no va a abrir investigaciones a funcionarios de ECOPETROL porque en lo de REFICAR habrían actuado de buena fe. Miguel Ceballos pide que no se investigue a la policía por los crímenes de manifestantes pues los habría matado de buena fe.

En ciudades como Bogotá, Cali, Popayán, Pereira, Ibagué, Barranquilla, Bucaramanga la pregunta es ¿Quién está realmente al mando del “orden público”? ¿Estamos en manos de los alcaldes como primera autoridad de policía o en las de una camarilla de incompetentes guerreristas que quieren acabar de incendiar este país? Y en ese escenario el Espectador revela una reunión de empresarios con funcionarios y senadores del Centro Democrático en la que se propone declarar la conmoción interior para poder actuar bajo el amparo de la ley que tantas veces han pateado y darle una apariencia legal a la masacre y a la represión de la protesta ciudadana, acallar la prensa mediante el recurso de comprarla con la pauta, armar a su gente y profundizar el camino de la inequidad. El gobierno de Iván Duque y del Centro Democrático se revela entonces como una amenaza mucho más letal que el Virus.

Nada más peligroso que el fascista que se esconde detrás de un discurso contestatario, pero actúa sin rubor en contra de su propio discurso, un embustero, un manipulador, un corrupto. El fraude se revela, los alcaldes protagonistas no protagonizan otra cosa que su total sujeción a las decisiones del alto gobierno y, más que del alto gobierno, del titiritero rabioso que lanza sus mensajes provocadores e incendiarios por redes sociales.

Refundaron la patria financiados con dineros espurios provenientes de narcos y de la corrupción tal como se ha revelado en medios independientes e internacionales y en uno que otro de los medios tradicionales colombianos, compraron votos, nos engañaron con promesas vanas y amenazas absurdas: No nos convertimos en Venezuela, ahora somos el infierno mismo, un lodazal de sangre, un camposanto oscuro y macabro.

Y en medio de toda esta dura situación sabemos que por más que intenten detener el cambio, por más mentiras que difundan y por más represión que ejerzan, tarde o temprano caerán los ídolos de barro y sobre los despojos de oprobiosas glorias caminaremos siguiendo las huellas de sangre de los que se sacrificaron abriéndonos el camino y soñaron antes que nosotros el futuro.

Finalmente, uno pregunta a los entes internacionales a quienes tanto apelamos:

Señores
Corte Penal Internacional
ONU derechos Humanos
Human Rights Watch

¿Cómo se siente asistir a la destrucción de Colombia, a este desangre permanente que, más allá de los hechos actuales, ya causa centenares de muertos, desaparecidos, desplazados y que se exacerba ahora con la orden de Álvaro Uribe de reprimir con las armas a quienes protestamos?

¿Qué podemos esperar de Ustedes, aparte de retrinos de noticias filtradas por la gran prensa? La violencia en Colombia y el papel del Estado como actor fundamental en la génesis sistemática de la misma es un problema ya claramente documentado y conocido de marras. ¿Podemos esperar acciones más contundentes de Ustedes?

En este país donde el insomnio se volvió costumbre. ¿Cómo dormir si estamos en manos de canallas sedientos de sangre? La aurora llega sobre las calles convertidas en campo de batalla, sangre por doquier, cuerpos inanimados, heridos y desaparecidos. La muerte y el terror campean.

Colombia exige de sus ciudadanos el mayor despliegue popular. No detengamos nuestra marcha, no nos derrotarán, la libertad no tiene precio, el país no se rinde ni se arredra, el criminal gobierno purgará sus culpas, pagará cada infamia, cada gota de sangre, cada lágrima, cada dolor.

Ayúdennos a salvar esta tierra atormentada, no permitan esta escalada de horror y de violencia, ayúdennos a limitar el alcance de las voces atroces que nos quieren continuar anegando en sangre, convirtiéndonos en una nación fallida por la insaciable sed de muerte de uno o varios pirómanos que con sus trinos y sus expresiones públicas causan muertes, inspiran y justifican la violencia del Estado y nos aleja a pasos agigantados de la concordia y de la paz.

Permítannos aplacar ese odio, esa instigación a la desaparición, la tortura, la violación y la muerte de miles de nuestros chicos. Pongan su mirada en este rincón de las tormentas donde Iván Duque demuestra su tendencia a actuar exacerbando la violencia y la división, demostrando su incapacidad de ser factor de unión de los colombianos e intenta con torrentes de sangre aplacar el repudio y la indignación popular

Finalizo transcribiendo unos mensajes que caminan, marchan ellos también a su manera, por redes y revelan el sentir de gran parte de este pueblo:

Nos cuidan jaladores de carros
Nos cuidan socios del microtráfico
Nos cuidan fleteros
Nos cuidan ladrones
Nos cuidan violadores
Nos cuidan torturadores
Nos cuidan vándalos
Nos cuidan gavilleros
Nos cuidan gatilleros
Nos cuidan asesinos
¿Nos cuidan?
Si tocan a mi mamá, ¡qué arda todo!
Si tocan a mi hermana, ¡qué arda todo!
Si tocan a mi sobrina, ¡qué arda todo!
Si tocan a mi amiga, a mi vecina, a mi compañera ¡QUÉ ARDA TODO!
SI TOCAN A UNA, ¡RESPONDEMOS TODOS Y TODAS!

Nuestras mujeres no pueden ser blanco de violencia por parte de ningún actor del conflicto. Pongámonos de pie por ellas, respaldémoslas y defendámoslas de los canallas que las ultrajan

#PoliciaCriminal
#policiasvioladores
#PoliciaVioladora

CARLOS FAJARDO MD

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