Protesta social en tiempos de Pandemia

Nunca como hoy hemos presenciado tal estallido social en todo el territorio nacional, un clamor de los ciudadanos más jóvenes del país reclamando oportunidades, el cual no puede ser pasado por alto, es hora de aprender a escuchar las expresiones habitualmente silenciosas. No obstante, la simultaneidad de la protesta social con la pandemia plantea dilemas éticos a los trabajadores del sector.

Herman Redondo Gómez MD

Cientos de miles de trabajadores, estudiantes, profesionales y ciudadanos del común han salido a las calles de Colombia en ejercicio del legítimo y constitucional derecho a la protesta social pacífica y democrática, expresando un clamor colectivo y exigiendo reivindicaciones de necesidades por años acumuladas de salud, educación, empleo y mejores oportunidades de vida y de trabajo. Las marchas fueron convocadas por el Comité Nacional de Paro, de carácter pacífico, esgrimiendo un pliego de solicitudes presentado desde el segundo semestre del año 2019 y que, hasta el presente no ha sido atendido por el Gobierno Nacional.

Los oídos sordos o con hipoacusia severa de parte de la representación gubernamental, sumado a la propuesta de una reforma tributaria muy lesiva para la clase media y para los sectores más necesitados, junto a la reforma a la salud promovida para profundizar el modelo de negocios en el sector, generó el rechazo unánime de la mayoría de los partidos políticos y de la sociedad entera, lo que caldeó los ánimos, que no se apaciguaron con el hundimiento de las reformas y la salida del Ministro de Hacienda.

Lamentablemente, el escenario pacífico de la protesta social empezó a ser aprovechado por intereses ajenos a los móviles del paro y a sus organizadores para generar caos, vandalismo, abusos de todo tipo, bloqueos a ultranza e inclusive afectación a la Misión Médica y al suministro de insumos para las necesidades básicas de la población, confundiendo a la ciudadanía y tergiversando los móviles del paro. Si lo que pretendían esas fuerzas oscuras era generar caos y confusión y enrarecer el paro, dejando de lado las razones de este, lo consiguieron.

Los médicos hemos sido respetuosos de la protesta social, más aún, la hemos ejercido en defensa de la salud como un derecho fundamental, por ello propusimos el proyecto de ley que dio origen a la Ley Estatutaria en Salud, así como en defensa de las mejores condiciones de laborales, bienestar social y de salud ocupacional para todos los trabajadores del sector.

No obstante, no podemos estar de acuerdo y al contrario rechazamos el vandalismo y el abuso de la fuerza pública; así como el bloqueo a la Misión Médica o los actos de perfidia contra esta Misión; las barreras al suministro de medicamentos, al trasporte de los trabajadores sanitarios o a la negación del paso de ambulancias en ejercicio de sus labores de emergencia.

En mayo de este año, la Gobernación de Valle del Cauca, reportó la muerte de una bebé recién nacida que era trasladaba en ambulancia a una unidad de neonatos de Cali y que fue detenida por un bloqueo realizado en la vía que conduce de Buenaventura a la Capital del Valle. Hecho que produjo indignación nacional y que todos rechazamos, esa no es la razón del paro.

Para los médicos, en ejercicio de nuestro imperativo ético, el objetivo es respetar y hacer respetar los derechos de toda la población, sin excepción, sin distingos de clases sociales, tendencias políticas, credos religiosos, razas o procedencias, dado que no creemos que sea posible lograr la protección de los derechos de unos a costa de la vulneración de los derechos de otros.

Por eso, en el citado y lamentable caso de la bebé fallecida presuntamente por la demora en el bloqueo de la vía a Cali, además de lamentarlo como en efecto lo hemos hecho, nos preguntamos: ¿Por qué razón siendo Buenaventura el principal puerto colombiano sobre el Pacífico no dispone de una Unidad Cuidados Intensivos para Recién Nacidos? ¿Qué ha pasado con el Hospital Departamental de Buenaventura? La solicitud ciudadana de los pobladores de esa región desde hace décadas a través de pliegos, solicitudes, demandas, marchas y paros cívicos ha sido disponer de un hospital departamental de tercer nivel… pero al parecer continua la sordera regional y nacional. El paro, como la pandemia misma, ha desnudado carencias y necesidades básicas de la población por años reclamadas e históricamente insatisfechas.

Desde las toldas médicas seguimos reclamando que se abran al diálogo con oídos abiertos en los que se escuchen las voces de los derechos de todos, diálogos constructivos, voluntad política para la concertación que conduzca a tomar las medidas necesarias para detener el odio y la violencia y garantizar efectivamente los derechos de todos los colombianos. La represión a ultranza no puede ser la respuesta… esa sería la peor de las decisiones que lamentablemente demostraría una vez más la incapacidad del gobierno para dialogar, conciliar y construir soluciones de fondo.

Afortunadamente, el Comité Nacional de Paro, ante la sordera del Gobierno Nacional, decidió suspender las marchas que si bien no han sido la causa de la expresión sostenida de la tercera ola, si es un factor de aglomeración que genera riesgo de contagio y que junto a las aglomeraciones en los medios masivos de trasporte público como Transmilenio y sus sitios de abordaje, las aglomeraciones causadas por la reactivación económica, el regreso a clases presenciales, la circulación de nuevas variantes (alfa, beta, gamma, delta y una propia, la andina), la campaña de vacunación que marcha lenta por diversas dificultades, junto al cansancio de la gente que ha conducido a la relajación de las medidas básicas como el uso correcto del tapabocas, la distancia social, lavado de manos, buena ventilación, etc.; todo ello unido, ha propiciado un incremento inusitado de la morbilidad y letalidad de esta enfermedad Covid-19, que ya en nuestro país superó los 110.000 fallecidos, un poco más de 25.000 de ellos en Bogotá DC.

¡Por favor! No seamos igualmente sordos al clamor, este si desesperado, de los médicos que desde las UCI atiborradas de pacientes reclaman un poco de sensatez de todos para que juntos, con autocuidado, con voluntad política, con dialogo y concertación, salgamos adelante y pronto veamos el amanecer de esta horrible noche.

HEREGO/

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