CRÓNICA DE UN MAL VIAJE

Nuria Elvira Losada Posada

Eran las 3:15 pm del sábado 5 de octubre de 2019; invité a mi sobrino a almorzar en un restaurante cercano; camino al restaurante encontramos una Feria artesanal y decidimos hacer el recorrido por varias mesas: había libros, camisetas, agendas, posters, separadores, cuadernos, chocolates con cannabis, cajitas, cuadros, etc. Entablamos conversación con algunos de los expositores, unos muy jóvenes, otros maduros, muy interesantes todos, nos comentaron que hacían parte de un colectivo que trabaja proyectos relacionados con la violencia y que esta feria registraba los resultados de uno de dichos proyectos.

Se hizo tarde, pensé; decidí no almorzar, me despedí de mi sobrino y salí hacia la estación de la avenida calle 39 de Transmilenio. Me dirigí al Portal norte en un bus de la ruta B13, pensaba tomar allí la ruta 8 cuyo destino era el Terminal del norte, donde finalmente iba a tomar el transporte que me llevaría a Susa (Cundinamarca).

Recuerdo que llegué al portal norte después de dormir una buena parte del recorrido, un malestar general acompañado de una sensación de desvanecimiento me embargó, sentí angustia y algo de paranoia y una sensación extraña que no me permitía sostenerme de pie, el tiempo transcurría lentamente. Me acerqué a una persona de seguridad y le informé mi situación, me recosté en el piso y coloqué la cabeza sobre el morral. Me tranquilicé, busqué algo para comer y encontré un vendedor de maní, compré un paquete de maní dulce y lo consumí, pensando que quizá tenía una hipoglicemia. Empecé a sentir un ligero dolor en la región dorsal, que luego aumentó…” puedo estar haciendo un infarto” pensé, me tomé el pulso y estaba en 105 por minuto.

Esta sensación también me llevó a pensar en una intoxicación por Escopolamina, no me sentí capaz de moverme de este sitio; seguí recostada en el piso hasta que un grupo de trabajadores de Transmilenio, me llevaron en una silla de ruedas a la oficina de la entidad en dicho portal. Me recosté en una mesa y tomé mucha agua. Pedí una ambulancia, nadie me había interrogado y tampoco me habían tomado signos vitales. A mi solicitud respondieron que me veía bien, “que seguramente otras personas necesitaban la ambulancia más que yo” …………” estamos graves en atención prehospitalaria en Trasmi pensé” …….

Me comuniqué con mi hermano y le solicité que pasara a recogerme y me llevara un Vive 100.Cuando llegó, nos dirigimos a la Fundación Cardio infantil, eran las 7 pm cuando llegamos al Servicio de Urgencias, el cual se encontraba con muchos pacientes en sillas, camillas, de pie, etc. Parecía un Hospital de guerra, pensé que nunca me iban a atender y no estaba en condiciones de exigir porque “muy seguramente, las otras personas estaban más enfermas que yo…”

En admisiones me solicitaron la cédula y presenté, además, el carné del Plan Complementario de Compensar, un médico me indicó que debía pasar una puerta de vidrio cercana para llegar a otra sala y como por arte de magia, aparecí en otra sala donde solo había 4 pacientes y una médica para atención exclusiva. Me tomaron signos vitales, la glicemia estaba en 185, la TA 157/85, el pulso 110 por minuto, los reflejos un poco lentos y los gases arteriales mostraban una acidosis metabólica. Me solicitaron exámenes de laboratorio, entre ellos exámenes de toxicología, por sospecha de Intoxicación exógena (Sustancias Psicoactivas).

Permanecí 10 horas en el servicio y poco a poco fui estabilizándome y mejorando, finalmente me dieron salida a las 4 am del día 6 de octubre, en ese momento me acordé que, haciendo caso a mi curiosidad adolescente, había degustado una chocolatina con cannabis en la Feria artesanal, Conclusión: ……Todo se trató de un mal viaje…………

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