NEGOCIACIONES SINDICALES DEL SECTOR SALUD DISTRITAL

5 a 1, marcador final. La negociación que no debía fracasar, fracasó. La pretensión de equiparar los logros conseguidos en las diversas negociaciones institucionales, de cimentar y homologar las ganancias y avances obtenidos en dura lid con las administraciones de las subredes, naufragó ante la dura posición de los negociadores designados por la Alcaldía. A su variopinta alineación no se sumó ningún médico ni enfermera. Su intransigencia y deseo de «editar» los logros de las negociaciones institucionales llevó a la ruptura de la negociación. Triste resultado de redacciones avaras y mezquinas de los puntos en discusión…

Luego de cinco experiencias exitosas, llevadas a cabo en las 4 subredes integradas de servicios de salud y la propia Secretaría Distrital de Salud y, ante la insistencia de las organizaciones sindicales y el apoyo de las grandes centrales en el marco de la negociación distrital, muy a regañadientes y con bastantes reticencias la administración de Claudia López autorizó, en lugar de la negociación sectorial que se venía celebrando desde hace décadas, valida de un concepto jurídico controvertible  de  sus propios funcionarios de la Secretaría Jurídica, avalado por el Servicio Civil Distrital, la instalación de una mesa anexa a la Distrital que dieron en llamar “sub-mesa especial de salud”, entre otras denominaciones y que recogía en su seno a los  participantes de la anterior mesa sectorial que negaron.

Veníamos con grandes expectativas a estrenar ese juguete nuevo, teníamos claro que no era una generosa concesión de la administración, sino la concreción de un derecho adquirido por muchos años, un espacio muy valioso de discusión e interacción directa con la administración central del sector salud, con quienes ejercen la gobernanza y tutoría de toda la salud de los bogotanos.

Queríamos abrir ese espacio de diálogo tan duramente recuperado y llevábamos los pliegos que habíamos preparado las diversas organizaciones sindicales, los cuales habían sido integrados en dos bloques, el de la  así llamada “ bancada de base” y las instituciones gremiales y sindicales médicas reunidas  en la ALIANZA MÉDICA SINDICAL, a esas peticiones se unirían algunas que consideró pertinente agregar la Secretaría General de la Alcaldía Mayor, provenientes de diversas otras organizaciones sindicales de otros sectores y que, a su entendido parecer, eran pertinentes para ser discutidas en el marco de esa “Sub-mesa”. Luego de 8 meses de incertidumbre, discusiones, recuperábamos, con otra denominación, un espacio de gran importancia para los trabajadores de la salud del Distrito Capital.

Hasta ese momento ya se habían llevado a cabo cinco negociaciones individuales centre los trabajadores y las diversas subredes integradas de servicios de salud y la propia secretaría distrital de salud con diversos niveles de éxito. Era la oportunidad de retomar algunos puntos, homogenizar los alcances de los mismos, establecer un cimiento firme para la tarea de construir con la actual administración de Bogotá un relación sólida y respetuosa de los derechos de los trabajadores y de los pacientes, en el marco de lo establecido por el Decreto 160 de 2014.

Las esperanzas estaban vivas, enardecidas por la exitosa interacción previa y la expectativa de trabajar al lado de una administración central a la cual, en la época preelectoral, la comunidad sindical y gremial apoyó sin reato y que admitió e hizo propias muchas de las aspiraciones de las organizaciones sindicales y las recogió en el documento que se presentó con el nombre de “Pacto por la salud”. ¿Qué podría salir mal?

Luego de un comienzo auspicioso, enmarcado en la disciplina tradicional de la bancada sindical y la cordialidad manifiesta con su contraparte administrativa, empezamos la cuesta arriba de los puntos más polémicos. Se presentaron los primeros no acuerdos, los primeros conatos de ruptura, las primeras discrepancias irreconciliables, el punto en el que se tocaba el reconocimiento de los descansos compensatorios establecidos por la Ley para quienes trabajan en turnos los días dominicales y festivos fue objeto, quién lo creyera, luego de su minucioso paso por las negociaciones institucionales, de una dura y difícil discusión. Cuando parecía destinado al fracaso, a la declaración de no acuerdo, surgió la fórmula salvadora de tomar la versión del mismo que se aprobó en la Subred Sur Occidente.

La administración insistió todo el tiempo en imponer el criterio según el cual el descanso compensatorio no se contabiliza dentro de la jornada laboral, o sea que en últimas no se reconoce, sino que se “concede” graciosamente en el tiempo libre del trabajador. Concepción, por decir lo menos, estrafalaria, valida de nuevo de conceptos jurídicos no vinculantes, bastante exóticos y enredados, verdaderos galimatías jurídicos contradictorios, abstrusos, enredados y, claro, inconvenientes y desfavorables para el trabajador, en el marco de una serie de elementos jurídicos que proclaman la aplicación de la interpretación o versión más favorable de las normas para el trabajador.

Las peticiones de apoyos y bonificaciones  de tipo económico fueron todas negadas de plano por la administración, la cuesta se hizo más y más dura, más difícil, más impracticable, al punto de que uno de los enunciados en los que se proclamaba la aspiración a proveer a los trabajadores de condiciones dignas y decentes de trabajo, respetar la autonomía de los profesionales de la salud, ofrecerles el tiempo y los medios suficientes para la adecuada prestación de los servicios terminó mutilada por los negociadores de la administración, quienes, llegados a este punto y liderados por el Doctor Miguel Úsuga, subsecretario corporativo de la Secretaría Distrital de Salud, no parecían “negociadores” sino censores e impositores.

A mayor dificultad, mayores y más frecuentes los conatos de ruptura, a las arduas discusiones entre los representantes de los diversos sindicatos, ese detallado ejercicio de convertir sus sentidos discursos en propuestas viables, se oponía una postura cada vez menos conciliadora de los representantes de la, así llamada, bancada administrativa. Los días pasaban en medio de intercambios estériles, negativas implacables, no se avanzaba con rapidez y el saldo de puntos por discutir no parecía disminuir como debía.

Llegamos entonces al último día del tiempo establecido para adelantar las conversaciones, ayer 5 de enero las organizaciones sindicales abrieron la discusión poniendo de manifiesto algunas inconsistencias en los listados de turnos de una de las subredes en las que se podría haber presentado una violación de lo acordado respecto a la secuencia de asignación de los mismos a personal de planta, particularmente a miembros de los sindicatos. Se solicito de inmediato la revisión y la corrección de dichos errores, junto con la promesa de someterse a lo acordado en las diversas negociaciones previas por parte de las diversas administraciones. Así mismo se denunció la práctica de asignar funciones de operadores de radio al personal de enfermería ya bastante sobrecargado de trabajo, más aún ahora en tiempo de pandemia y se solicitó una cita de la bancada sindical con el señor Secretario de Salud, Alejandro Gómez, aspiración que muchos de los sindicatos deliberantes había hecho saber al uncionario en cuestión desde hace varios meses sin obtener respuesta.

Luego de muchos ires y venires, de obtener el compromiso por parte de los directivos de la subred Centro Oriente de revisar y corregir en lo pertinente los listados de turnos, de someterse a respetar de manera estricta y rigurosa los acuerdos alcanzados unos meses atrás y de programar una reunión con la Gerente para tratar ese y algunos otros puntos de inconformidad de las organizaciones sindicales, el Doctor Miguel Úsuga propuso programar una reunión con el Secretario de Salud, no en quince días sino en un mes. Un nuevo obstáculo frente al cual la inconformidad de la bancada de los trabajadores de la salud del Distrito Capital se desbordó, una nueva intransigencia, una nueva barrera que agotó la paciencia de los negociadores sindicales y llevó a la primera ruptura. Quince de los 17 sindicatos presentes, incluidos los sindicatos gremiales médicos, anunciaron su retiro de la mesa. Los otros dos sindicatos restantes entraron en consultas con sus directivas para definir su conducta.

Muy a las siete de la noche ingresamos todos a la mesa Distrital y expusimos nuestra difícil situación, la precaria condición de la negociación que agonizaba. Obtuvimos el respaldo de las grandes centrales y federaciones presentes quienes pusieron un ultimátum a la administración distrital. O se reactivaba la negociación de la sub-mesa de salud o se rompía también la negociación distrital. La Secretaría General de la Alcaldía Mayor rápidamente obtuvo una cita con el Secretario de Salud en el término de una semana.

A las 11 pm regresamos a la sub-mesa para intentar salvar la negociación, sólo para encontrarnos de frente con la posición inflexible del Doctor Úsuga, gran perpetrador del fracaso, de que no se negociaría sino hasta las 12 de la noche, ni un minuto más. Intentamos sacar en limpio la redacción del punto referente a la educación continuada en salud para los trabajadores de la salud, pero la administración estaba decidida a no permitir que la negociación continuara, ripostaron a la propuesta de los trabajadores con una propuesta avara y, llegado el término establecido de tiempo para la discusión, las organizaciones sindicales decidieron dar un paso al costado y declarar cerrada y fracasada la negociación.

5 a 1, resultado final, perdimos todos.

CARLOS FAJARDO MD

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