POEMA 106. SANAR CRIMINALES

A mí admirado doctor José Félix Patiño  

No se rechazaban dolores.
Hospital San Juan de Dios, Hospital de San José, no dormían
por los más pobres
hasta en convicciones,
que podrían quitar la vida,
delincuentes, criminales
de la calle,
también para ellos había compasión.
Asclepio, el del bastón
con la serpiente apacible adosada
a una vara
parecía multiplicar enfermeras, algodón,
jeringas,
cirujanos,
medicinas,
buenas palabras al apuñaleado criminal
que sanaba en el cuerpo sus heridas,
tal vez, algunas de su mente. De eso quiero hablar,
del tiempo en que Medicina
y Piedad, ahora peregrina,
iban juntas a curar o al menos a aliviar
todo tipo de aflicciones,
hasta del criminal
que era casi de exhortar:
¡Qué sanen sus dolores, honorables malhechores!
Por entonces, era majestad la Medicina, la más hermosa facultad.

II

Lo oigo, no me gusta, me eriza.
Niegan con mentiras
los remedios,
lo niegan esos que inventaron una nueva forma de dinero,
tristes bonos que esclavizan
a médicos
devaluados, bonos que martirizan
a enfermos
que ruegan por su pastilla.
¿Qué hay allí? ¿Qué es eso?
¿Dos serpientes preparan la acometida?
¿Quieren morder a un ave que intenta salvar en su huida
al bastón de Asclepio? 
No, es otra cuestión, un mal augurio.
Al bastón de Asclepio, símbolo de la Medicina,
lo suplanta el bastón de Mercurio,
signo de oficios buenos, pero también de lo astuto,
de ladrones y criminales.
¿Criminales?
Sí, de esos que quitan la vida
sin asestar puñales,
negando medicinas,
cuidados a los males.
Gastar menos para aumentar sus caudales
tienen por consigna,
ganar dinero aunque mueran en las filas
o corredores o en calles
los enfermos que puso en sus manos la perfidia,
lo criminal
de llevar
la vida
y la salud como mercancía perdida.
¡Criminales!
También hay que sanar criminales.
A pobres negociantes entre los más pobres
que no saben de honores,
pero para ellos también hay compasión,
la del bastón
de Asclepio, no el de los ladrones.
¡Qué sanen sus conciencias, malhechores!,
mientras logramos sanar La Medicina, la más bella profesión.

III

¡Qué terrible visión ante mis ojos!
Enfermos, sociopáticamente, muy enfermos,
abogados corruptos, médicos perversos,
se unen para extorsionar a médicos probos.
¡Medicina, cuántos terribles males!
Nuevos criminales
atentan contra la vida,
contra sanadores justos, nuevos criminales
con intención de acabar
patrimonios, familias y venerables,
cegados por la avaricia,
la envidia,
el mal.
¡Criminales!
Hay que sanar criminales.
Enfermos, médicos, abogados demenciales
asociados para violar
lo penal y lo moral.
Para ellos también hay compasión,
la del bastón
de Asclepio, no el de los pillos.
¡Qué sanen sus conciencias, asesinos!,
mientras logramos sanar La Medicina. La más amenazada ocupación.

Hernán Urbina Joiro

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