PRIORIDADES.

La actual pandemia pone a prueba a la sociedad humana, hace trizas la arrogancia del ser humano y pone en entredicho su manido dominio de la naturaleza: El gran depredador, el conquistador del mundo, el amo del universo, puesto en la condición de ser una simple especie más, sujeta a los caprichos de la madre naturaleza, una partícula de polvo flotando al compás de los avatares del medio ambiente.

El 2019-nCov puso en evidencia la verdadera fortaleza de los sistemas de salud en todo el mundo, dejó en claro con fatal elocuencia la importancia de contar con instituciones vigorosas, bien nutridas presupuestalmente, diseñadas con criterio solidario porque la naturaleza no sabe de privilegios, de lujos y excentricidades.

El neoliberalismo acérrimo que llevó al extremo la inequidad, la deshumanización de la sociedad, el culto por el dinero, la preeminencia de la economía sobre la necesidad, sobre la justicia, sobre la vida misma, enfrenta una durísima prueba, su fracaso como mecanismo para mejorar la vida de la mayor cantidad de seres humanos tiene su consecuencia inmediata en la pérdida del bien más precioso e irrecuperable: Vidas.

Justamente los países que retrasaron la toma de medidas duras por conservar la vitalidad de sus economías son los que hoy ven con horror como aumentan en forma incontrolable los enfermos y como, día a día, la enfermedad COVID-19 cobra centenares de vidas y deja a muchos con consecuencias graves en su vitalidad que todavía se desconocen.

La tragedia de Italia, done las personas creyeron que la amenaza que se cernía sobre ellos era un juego, donde sus líderes mostraron mayor preocupación por la vitalidad de la economía que por la vida misma de su pueblo, debía haber servido de ejemplo para el mundo, pero no, en seguida cayó España, rodando hacia el mismo abismo de ruina y desolación. Ahora la enfermedad se expande en los EEUU donde Donald Trump ha demostrado hasta la saciedad su inconciencia e irresponsabilidad, misma de la que había dado muestra al negar el cambio climático, al negarse a firmar el acuerdo de París: En pocas semanas la gran nación americana pasó a liderar el número de infectados, sus muertos aumentan día a día y aun así no se toman medidas para limitar el contacto entre las personas, mucha gente camina en forma imprudente y retadora por las calles sin protección alguna, playas llenas, balnearios llenos, para muchos la vida no ha cambiado, pero los contagios aumentan día a día, la muerte asola especialmente los hogares de latinos y negros, tradicionales castas discriminadas en esa sociedad

En 2017 la señora Christine Madeleine Odette Lagarde, en ese entonces muy a sus 61 años de vida,  en su calidad de directora del Fondo Monetario Internacional (Entidad que dirigió desde  el 5 de julio de 2011 hasta el 16 de julio de 2019) y actual Presidenta del Banco Central europeo decía que los ancianos  en estos tiempos “viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global, tenemos que hacer algo y ya!”, proponía entonces desde su elevada posición y tribuna que los estados debían recortar los beneficios sociales, aumentar la edad de jubilación, el valor de las cotizaciones y disminuir el valor de las pensiones. Sus declaraciones generaron gran controversia en todo el mundo, no faltaron los tecnócratas que llegaron a apuntalar las ríspidas declaraciones de la abogada francesa, a demostrar con cálculos actuariales los costos enormes de la vejez. O sea que la idea de una vida larga y sana era una quimera porque afectaba negativamente a la economía.

Hace pocas semanas el señor Dan Patrick, un político de 70 años, en vista del catastrófico efecto de la Pandemia sobre la economía y los enormes costos de las medidas necesarias para contenerla, teniendo también en cuenta que la enfermedad, aunque puede ser mortal a cualquier edad, pareciera, según casuística estudiada, que es mucho más letal por encima de los 60 años, edad en la cual la enfermedad es más devastadora y su atención por ende más costosa, se atrevió a decir durante una entrevista en el programa de Tucker Carlson, en el canal de noticias republicano Fox News «Los que tenemos 70 años o más, nos cuidaremos nosotros mismos. Pero no sacrifiquemos al país» y continuo diciendo «No pretendo hablar por todos los que tienen 70 años o más, pero creo que hay muchos abuelos que coincidirían conmigo en que quiero que mis nietos vivan en el Estados Unidos en el que yo viví” y agregó “Quiero que tengan una oportunidad de alcanzar el sueño estadounidense, pero ahora mismo este virus (2019-nCov) está matando a nuestro país de otra manera , puede provocar un colapso total de la economía y potencialmente un colapso de nuestra sociedad«.

No hay mucha diferencia entre las declaraciones de Lagarde y de Patrick, en ambos casos un valor absoluto, la vida, único valor que define cualquier otro valor existente, se somete a lo que debería ser una herramienta en la búsqueda del bienestar global, la Economía. Nuevamente la economía por encima del bienestar, de la vida misma…

¿Qué? ¿Acaso es sorprendente? La economía puesta por encima del bienestar humano. O sea, un reordenamiento de las prioridades: Para estos tecnócratas infames el fin de la economía no es propender y garantizar una mejor vida, un mayor bienestar para los seres humanos, un mejor convivir en sociedad, no, para la anciana señora Lagarde, al igual que para el vetusto vicegobernador de Texas, el fin de la vida humana, la razón fundamental de la convivencia en sociedad es garantizar la lozanía, el crecimiento, el desarrollo de la economía. Somos unos seres prescindibles sacrificables en el altar del dios dinero.

Mientras tanto aquí en Colombia el gobierno juega con las palabras: Las palabras tienen valor per se y por los atributos que les vamos colgando, al punto que de atributo en atributo podrían llegar a convertirse en su contrario. Frases sibilinas como «Paz sí, pero no así», tan usadas como argumento para hacer trizas un proceso de varios años y desandar el camino que, con gran dificultad caminamos, son el claro ejemplo de esa magia monstruosa del lenguaje. Tanto eufemismo tortuoso que utilizan los «expertos» delegados por un gobierno experto en acertijos engañosos, transmutaciones viles, para sacar adelante sus reformas y propuestas lesivas: Llaman «Ley de financiamiento» a una reforma tributaria regresiva y dura para las clases menos privilegiadas, «Aislamiento preventivo inteligente, colaborativo y obligatorio», monstruoso galimatías que lo que busca es matizar el desmonte de la cuarentena protectora de la vida, «El falso dilema entre la vida y la economía», torpe manera de decir que se prioriza la reactivación contra viento y marea, mientras, afuera ruge un huracán de enfermedad, un tsunami de muerte.

Los números de una matemática que, se nos revela con indiferencia, muestran las consecuencias de esas decisiones, la verdad dura detrás de esas almibaradas mentiras, de esos engaños retóricos. La inequidad, la muerte ganan la partida, la economía decae porque el terror y la angustia son malos para los negocios, la gente prioriza, no consume y los magos pérfidos de la palabra engañosa, manipulada, domesticada, tendenciosa, se quedan viendo cómo se cumple ese principio que dice que si tienes que elegir entre la economía y la vida y tu decisión es priorizar la economía te quedarás sin la economía y sin la vida.

Esa es la actitud que el coronavirus ha puesto en evidencia y la razón última por la que países como Italia, España, EEUU, se han convertido en focos y motores principales de esta tragedia.

Se tomaron las decisiones tardíamente, se priorizó la economía sobre la vida misma, se pusieron por delante las finanzas en lugar de la obligación de garantizar la salud pública y ahí tienen: Enfermedad y muerte, sociedades aterrorizadas y diezmadas.

Al final quedarán el dolor de los que sobrevivan en medio de este mundo convertido en camposanto, cadáveres putrefactos con sus manos crispadas sosteniendo sucios billetes… ¿Será que aprenderemos la lección? ¿Será que esta terrible prueba servirá para demostrarnos a todos que lo más importante es la vida? ¿Aprenderemos que la vida es importante en todas sus sorprendentes manifestaciones?  ¿Entenderemos por fin que la naturaleza no está ahí para que simplemente la expoliemos, que ella generosamente nos provee de todos los materiales para que, con la mezcla sabia de nuestro ingenio y trabajo, hagamos transformaciones que ayuden al desarrollo y progreso de la vida?

China priorizó en esta crisis la vida, la sociedad, sus dirigentes tomaron las decisiones correctas que les han permitido hasta ahora controlar la propagación del virus. No faltan los que los culpan de la difusión de la enfermedad, pero todos sabemos que ésta fue producto de decisiones individuales, del temor, la irresponsabilidad o la indiferencia de algunos individuos que evadieron los controles sociales impuestos para la contención de esta calamidad. Lo vimos allá, lo estamos viendo aquí: Calles abarrotadas de gente con tapabocas precarios y mal utilizados, o sin tapabocas…

Hay muchos ejemplos, muchas lecciones, muchos aprendizajes que podemos aprovechar de esta crisis. Aprenderemos, no lo dudo, porque precisamente esa capacidad de aprender, esa curiosidad infinita, esa tendencia a transformar, esa capacidad de valorar y decidirse por las opciones más convenientes para todos, son el sólido fundamento de la esperanza.

Carlos Fajardo, MD
Escrito en marzo 2020, Actualizado junio 2020

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